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Introducción
A través de los años, una gran parte de la literatura científica en neuroanestesia ha sido dedicada a la importancia del control hemodinámico del paciente neuroquirúrgico como medida de protección cerebral.
En décadas pasadas la cirugía craneana era descrita como “poco dolorosa”, pero este concepto ha sido modificado gracias a los resultados de Benedetis et al.[1] quienes reportan que 60% de los pacientes sometidos a craneotomía presentan un dolor postoperatorio de moderada a severa intensidad. Durante la cirugía craneana, las causas principales dolor son el producto de la incisión de la piel, la reflexión muscular y la desinserción del periostio, más que la resección y/o la manipulación cerebral. La administración de anestésicos locales antes de la colocación de los pines craneanos o la incisión en piel, bloquea la respuesta inflamatoria que se observa en el postoperatorio temprano[2].
El inadecuado manejo del dolor per y postoperatorio del esta población de pacientes, por lo general se manifiesta con una respuesta del sistema nervioso simpático que se traduce en hipertensión y/o taquicardia, y que puede conllevar a complicaciones importantes como ruptura de aneurismas, aumentación de la presión intracraneana o isquemia cerebral, en pacientes con trastornos de la auto regulación cerebral.
[1] De Benedittis G, Lorenzetti A, Migliore M, Spagnoli D, Tiberio F, Villani RM. Postoperative pain in neurosurgery: a pilot study in brain surgery. Neurosurgery. 1996; 38: 466-469.
[2] Bloomfield EL, Schubert A, Secic M. et al. The influence of scalp infiltration with bupivacaine on hemodynamics and postoperative pain in adult patients undergoing craniotomy. Anesth Analg. 1998;87(3):579-82.
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